La balística forense evoluciona al integrar técnicas de ingeniería inversa y simulación física. Cuando se recupera un proyectil deformado, ya no solo se analizan las estrías para vincularlo con un arma. Ahora, se digitaliza en tres dimensiones para reconstruir cómo impactó. Esto permite determinar con precisión el ángulo de entrada, un dato clave para triangular el origen del disparo, incluso sin testigos o línea de visión directa desde el punto de impacto.


El proceso comienza al digitalizar la bala y el orificio

Se usa un escáner 3D de alta resolución, como el Artec Micro, para capturar la geometría exacta del proyectil deformado y del agujero en la pared. Estos modelos 3D detallados sirven como la base geométrica precisa para la siguiente fase. La deformación de la bala guarda información física sobre cómo interactuó con el material que perforó, lo que un análisis visual tradicional no puede extraer por completo.

Simular el impacto define la trayectoria de entrada

Los modelos 3D se importan a software de elementos finitos como Abaqus o LS-DYNA. Allí, se configura y ejecuta una simulación de impacto balístico a alta velocidad. Esta simulación reproduce las condiciones del choque, revelando el ángulo exacto en el momento del impacto. Con este vector de dirección establecido, se puede trazar una línea recta en el espacio 3D desde el punto de entrada.

El análisis final se lleva a cabo en software de análisis de trayectorias, como FARO Zone 3D. Aquí, se introduce el vector de ángulo de entrada y se cruza con otros datos de la escena, como la altura del orificio y posibles obstáculos. El sistema calcula las zonas probables desde donde pudo efectuarse el disparo, reduciendo significativamente el área de búsqueda para los investigadores. Este método aporta evidencia objetiva y cuantificable donde antes solo había conjeturas.

A veces, la respuesta no está en lo que la bala dice, sino en la forma en que calla después de estrellarse contra una pared.