Su estructura cristalina, que imita a un mineral natural, permite fabricar células solares de una forma más económica que con silicio. Los investigadores procesan estos materiales desde soluciones líquidas, lo que posibilita imprimirlos sobre sustratos flexibles y ligeros. Este método contrasta con el necesario para producir obleas de silicio, que requiere más energía y equipos costosos. La eficiencia con la que convierten la luz en electricidad ha aumentado de forma muy rápida en los laboratorios, superando en algunos casos a las células de silicio tradicionales en condiciones controladas.


El proceso para fabricarlas abre nuevas aplicaciones

La capacidad de depositar capas delgadas de perovskita sobre superficies flexibles impulsa su integración en objetos cotidianos. Esto permite imaginar ventanas que generen energía, vehículos eléctricos con carrocerías activas o incluso tejidos para ropa con funcionalidad fotovoltaica. La relativa sencillez del proceso para fabricarlas sugiere que podrían reducir de forma significativa el coste de producir energía solar. Sin embargo, esta tecnología aún se enfrenta a retos importantes que resolver antes de una producción a gran escala.

La estabilidad y los materiales son los principales desafíos

La durabilidad de las células de perovskita ante factores ambientales como la humedad, el calor y la luz ultravioleta es un campo de estudio activo. Los científicos experimentan con diferentes composiciones químicas y estructuras de capas para encapsular el material y protegerlo de la degradación. Otro aspecto que analizan es la presencia de plomo en las formulaciones más eficientes, lo que motiva la búsqueda de alternativas menos problemáticas para el medio ambiente. Resolver estos puntos es crucial para que esta tecnología pueda competir en el mercado a largo plazo.

Aunque promete revolucionar la energía solar, aún no es el momento de imprimir una camiseta que cargue el teléfono durante un festival de verano bajo la lluvia.