En la silenciosa Plaza de los Capuchinos de Córdoba, el Cristo de los Faroles se alza rodeado por ocho faroles que lo iluminan. La leyenda principal afirma que, cuando el reloj marca la medianoche, una figura encapuchada aparece junto a la escultura. Este espectro se acerca para rezar en completo silencio durante unos instantes, para luego desvanecerse en la oscuridad sin dejar rastro. Este fenómeno se repite según los relatos, y quienes lo presencian describen una presencia fría y solemne.


El origen del espectro es incierto

Los testimonios sobre la identidad de la aparición varían. Una corriente popular lo identifica como el alma en pena de un soldado que murió cerca del lugar y que no encuentra descanso. Otra interpretación sugiere que se trata de un espectro protector, una entidad que vela por la escultura sagrada y por la tranquilidad de la plaza. Ninguna versión tiene una base histórica verificable, pero ambas forman parte del folclore local que se transmite oralmente.

La experiencia de los testigos

Quienes dicen haber visto la figura coinciden en detalles clave. Siempre aparece a la misma hora, viste una capucha que oculta su rostro y su actitud es de profunda oración. No interactúa con los presentes y su desaparición es instantánea. El ambiente en la plaza cambia en ese momento, según relatan, y una sensación de respeto mezclada con inquietud invade el espacio. El hecho de que la leyenda persista sin grandes variaciones le da cierta credibilidad entre los habitantes.

Quizás el verdadero misterio no sea el fantasma, sino por qué alguien elegiría rezar a medianoche en un lugar tan frío y solitario, en lugar de hacerlo cómodamente desde casa.