Los dispositivos electrónicos transitorios se disuelven por comando
La electrónica transitoria diseña sensores y chips que pueden desintegrarse de forma controlada tras cumplir su función. Estos dispositivos no dejan rastro y resultan útiles en campos como la medicina o el espionaje. Los investigadores emplean materiales que reaccionan a estímulos específicos, como un cambio de temperatura o la exposición a la luz. Cuando reciben la señal, su estructura se degrada de forma segura.
Los materiales que permiten esta tecnología
La base de estos sistemas son sustratos y conductores solubles, como el magnesio o el silicio en capas ultrafinas. Estos materiales se encapsulan en polímeros que se disuelven a ritmos distintos. Al activar el comando, la capa protectora desaparece y expone el núcleo electrónico a un fluido, como el agua corporal. El proceso de desintegración puede durar desde segundos hasta varios días, según cómo se diseñe.
Aplicaciones prácticas en medicina y defensa
En medicina, se implantan sensores biodegradables para monitorizar tejidos sin necesidad de una segunda cirugía para extraerlos. En el ámbito militar, se usan para crear dispositivos de comunicación temporales que no puedan capturar las fuerzas enemigas. También se estudia su uso en logística, para crear etiquetas inteligentes que se autodestruyan y protejan la información del producto. La clave reside en programar el momento exacto en que el dispositivo deja de funcionar.
Algunos usuarios bromean con que esta es la solución definitiva para actualizar el teléfono móvil cada año sin acumular chatarra electrónica en un cajón.
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