Un guión distópico reinterpreta la llegada de Colón a América
La escena histórica de la llegada de Colón a América se transforma en una parábola de colonización corporativa. Una nave de una Tierra agotada y contaminada aterriza en un planeta alienígena prístino. Los colonos, humanos con exoesqueletos tecnológicos, no ofrecen espejos o cuentas de vidrio. En su lugar, presentan cascos de Realidad Virtual a los nativos alienígenas, seres de apariencia orgánica y frágil. El intercambio ya no es por oro o especias, sino por los derechos para extraer los recursos naturales del planeta virgen. La oferta es un paraíso digital perfecto, un mundo simulado que satisface cada deseo y neutraliza cualquier resistencia mediante la adicción pura. Los alienígenas, cautivados por las visiones idílicas, aceptan con facilidad, sin percibir el costo real de su nuevo capricho.
La colonización opera mediante adicción digital
La corporación no necesita usar la fuerza bruta. Su arma más potente es el software. Los cascos de RV sumergen a los nativos en una simulación hiperrealista donde no existe el dolor, la escasez o el conflicto. Este edén digital se diseña para ser profundamente adictivo, liberando neurotransmisores de placer a medida que el usuario interactúa con el mundo ideal. Los alienígenas, una vez conectados, se niegan a quitarse los cascos, descuidando su mundo físico y su cultura. Mientras ellos sueñan, las máquinas corporativas comienzan a extraer minerales, a talar bosques bioluminiscentes y a contaminar los océanos con desechos tóxicos. La conquista se completa sin un solo disparo, solo con código y promesas de felicidad eterna.
El paralelismo histórico subraya una crítica social
El guión establece un paralelismo directo y deliberado con el colonialismo del siglo XV. Los cascos de RV son las nuevas baratijas, el paraíso digital es la nueva promesa de salvación o riqueza, y los recursos del planeta alienígena son el nuevo oro. La distopía reside en que la explotación se perfecciona, volviéndose silenciosa y voluntaria. Los colonos del futuro no roban la tierra; convencen a sus dueños para que la regalen a cambio de una ilusión. La nave corporativa no iza una bandera nacional, sino un logotipo. La escena final podría mostrar a un alienígena, con su casco puesto, sonriendo beatíficamente mientras una sombra gigante de una excavadora se cierne sobre su aldea desierta.
La ironía es que los humanos, que huyen de una Tierra arruinada por la avaricia, repiten exactamente el mismo patrón en un nuevo mundo, pero con una tecnología que hace el proceso más limpio, eficiente y moralmente ambiguo para quienes lo ejecutan.
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