Los propietarios de vehículos diésel siempre han sabido que el agua y el combustible no se mezclan bien. La humedad en el sistema de inyección o en el tanque puede causar graves averías. Sin embargo, un estudio reciente sugiere que introducir agua de una forma muy controlada en la cámara de combustión podría tener un efecto beneficioso. Esta técnica, conocida como inyección de agua, no es nueva, pero la investigación actual la analiza con tecnologías modernas para medir su impacto real.


Cómo funciona la inyección de agua en un diésel

El proceso consiste en atomizar una pequeña cantidad de agua y mezclarla con el aire de admisión o inyectarla directamente en el cilindro. Al entrar en la cámara de combustión, el agua se convierte en vapor de forma instantánea. Este cambio de estado absorbe una gran cantidad de calor, lo que enfría la mezcla. Al bajar la temperatura durante la combustión, se forman menos óxidos de nitrógeno (NOx), que son uno de los principales contaminantes de estos motores. El motor puede operar con mayor avance de encendido sin riesgo de detonación, lo que puede mejorar su eficiencia.

Los resultados y las limitaciones del estudio

Los investigadores comprobaron que, en condiciones de laboratorio, esta técnica logra reducir de forma significativa las emisiones de NOx. También se observa una leve disminución en las partículas de hollín. No obstante, el sistema requiere componentes adicionales como un depósito de agua, bombas, inyectores específicos y una unidad de control. Esto añade complejidad, coste y peso al vehículo. Además, el agua debe ser desmineralizada para evitar depositar cal en el motor, y el depósito necesita rellenarse periódicamente, lo que traslada la carga logística al usuario.

Claro, porque lo que todo conductor desea es otro líquido que vigilar además del combustible, el aceite, el líquido de frenos, el refrigerante y el limpiaparabrisas. Un depósito más para olvidar llenar.