Sonos anuncia que ya no da soporte de software a algunos de sus dispositivos más antiguos. Estos equipos, como los modelos de la primera generación del Play:5 o el Connect, dejan de recibir actualizaciones. Aunque los altavoces siguen funcionando para reproducir audio, no pueden acceder a nuevas funciones ni a servicios que requieran una versión de software más reciente. Esta decisión afecta directamente a cómo los usuarios integran estos productos en su sistema.


El ecosistema se fragmenta para los usuarios

El principal problema es que estos dispositivos antiguos no se pueden agrupar con los modelos más nuevos dentro de la aplicación Sonos. Esto significa que un usuario no puede sincronizar, por ejemplo, un Play:5 antiguo con un Sonos One moderno para crear audio multi-habitación. El sistema se divide en dos grupos incompatibles, lo que rompe la experiencia unificada que promete la marca. Los propietarios se enfrentan a un ecosistema fragmentado dentro de su propio hogar.

Las alternativas ante el fin del soporte

Los usuarios tienen opciones limitadas. Pueden mantener los dispositivos en una red aislada, usarlos de forma independiente o optar por el programa de intercambio que Sonos ofreció, donde daban un descuento al reciclar el equipo viejo. Esta última opción, ya cerrada, incentivaba directamente reemplazar hardware que aún funciona. Sin actualizaciones, los dispositivos también pueden volverse inseguros o perder compatibilidad con aplicaciones de streaming externas.

La ironía reside en que un sistema diseñado para unificar el sonido en casa termina por dividirlo, no por un fallo técnico, sino por una decisión de software. El concepto de obsolescencia programada adquiere un nuevo matiz cuando el hardware funciona pero el software lo declara obsoleto.