Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenaza con imponer aranceles a sus socios comerciales esta primavera, muchos analistas anticipan un fuerte golpe para la economía mundial. Sin embargo, a finales de año, los efectos reales de estas medidas parecen menos severos de lo previsto. Un factor clave que contrarresta la incertidumbre comercial es el dinamismo que imprime el sector tecnológico, especialmente el campo de la inteligencia artificial. Este impulso ayuda a que los mercados mantengan cierta estabilidad y crecimiento a pesar de las tensiones geopolíticas.


El auge de la IA mitiga las preocupaciones económicas

El sector de la inteligencia artificial experimenta un crecimiento exponencial, lo que genera una gran demanda de hardware especializado. Empresas como Nvidia, que diseña y fabrica procesadores gráficos y unidades de procesamiento para acelerar tareas de IA, ven cómo sus ingresos aumentan de forma significativa. Este boom tecnológico no solo beneficia a las compañías directamente involucradas, sino que también estimula inversiones en otras áreas, desde centros de datos hasta software y servicios en la nube. La confianza que genera este progreso tecnológico actúa como un amortiguador frente a otros riesgos económicos.

Los aranceles no producen el efecto temido inicialmente

Aunque las amenazas arancelarias crean fricciones en el comercio internacional, su impacto concreto en el crecimiento global resulta más limitado de lo que muchos pronosticaban. Varios países negocian exenciones o acuerdos bilaterales, y las cadenas de suministro se adaptan con relativa rapidez. Además, la fortaleza de la economía estadounidense en ese momento absorbe parte del shock. En consecuencia, el temor a una guerra comercial total y a una recesión inmediata se disipa en gran medida, dejando espacio para que otros motores económicos, como la innovación tecnológica, destaquen.

Parece que, por ahora, los algoritmos aprenden a sortear obstáculos políticos mejor que algunos economistas logran predecirlos.