Las publicaciones TrendForce y Calian Press analizan cómo el boom de la inteligencia artificial presiona el segmento de los teléfonos inteligentes. Este fenómeno se debe principalmente al incremento en el costo de los chips de memoria, un componente esencial. La demanda masiva de hardware para procesar IA, que requiere memorias más avanzadas y caras, genera una escasez relativa y redistribuye la capacidad de fabricación. Esto impacta directamente en la disponibilidad y el precio de los módulos de memoria más antiguos, que aún son la base de muchos dispositivos.


La memoria antigua encarece los modelos económicos

El problema se agudiza en la gama de entrada del mercado. Muchos modelos de bajo costo aún dependen de memoria de generaciones anteriores, como la DDR4x o versiones más antiguas. Cuando los precios de estos componentes suben de forma abrupta, los fabricantes de estos teléfonos tienen menos margen para absorber el costo. A diferencia de los flagships, que pueden trasladar el aumento al precio final, los dispositivos económicos ven comprometida su rentabilidad o se ven forzados a reducir especificaciones para mantener su punto de precio objetivo, lo que afecta su competitividad.

La industria busca equilibrar rendimiento y costo

Este escenario obliga a las marcas a tomar decisiones complejas. Algunas podrían optar por acelerar la transición hacia memorias más nuevas en segmentos donde antes no era viable, mientras otras podrían simplificar otros componentes para compensar. La estrategia de Samsung Electronics y otros grandes proveedores para aumentar la producción de nodos maduros será clave. El mercado observa si la oferta logra satisfacer la doble demanda: la voraz necesidad de chips para IA y la estable base de consumo para móviles asequibles.

Parece que querer un teléfono básico que no solo sirva para llamar pronto será un lujo, gracias a que las máquinas necesitan recordar cada vez más cosas.