El modelo de negocio de los consumibles médicos y la obsolescencia programada
El mercado de los dispositivos médicos de consumo, como glucómetros y tensiómetros, opera bajo un modelo de negocio que genera controversia. Este sistema no depende tanto de la venta del aparato inicial, que suele ser asequible o incluso gratuito en promociones, sino de la venta recurrente y exclusiva de sus consumibles. Las tiras reactivas para medir la glucosa o los sensores específicos se convierten en la verdadera fuente de ingresos para los fabricantes. El usuario, una vez adquirido el dispositivo, queda atado a comprar estos repuestos de la misma marca, ya que son los únicos compatibles. Esta dependencia crea una situación de cautividad comercial, donde el coste a largo plazo recae completamente en el consumidor, que necesita los datos para gestionar su salud.
El problema de la descatalogación y el desecho
La situación se agrava cuando el fabricante decide dejar de producir esos consumibles específicos o actualiza el modelo del dispositivo. De la noche a la mañana, un aparato perfectamente funcional desde el punto de vista técnico se convierte en un trasto inservible, obligando al usuario a comprar un nuevo kit completo. Esta práctica, percibida como una forma de obsolescencia programada, no solo supone un gasto adicional innecesario, sino que genera una montaña de residuos electrónicos. El argumento de las actualizaciones tecnológicas o de la mejora en la precisión a menudo enmascara una estrategia comercial para mantener un flujo de caja constante, priorizando los beneficios sobre la sostenibilidad y la economía del paciente.
Alternativas y la lucha por la interoperabilidad
Frente a este modelo, surgen movimientos que abogan por la estandarización y la interoperabilidad. La idea es que los dispositivos puedan funcionar con consumibles de diferentes marcas, fomentando la competencia y abaratando los precios. Algunas regulaciones, aunque lentas, empiezan a considerar estos aspectos. Mientras tanto, los usuarios informados buscan marcas con un historial de soporte a largo plazo o dispositivos que utilicen tecnología más abierta. La presión de las comunidades de pacientes y la divulgación sobre estas prácticas son herramientas clave para cambiar un paradigma que pone en jaque la autonomía y la economía de las personas con condiciones crónicas.
Es el eterno ciclo: compras la impresora barata sabiendo que el cartucho de tinta vale más que el aparato, pero cuando es tu salud la que está en juego, la broma deja de tener gracia. Te conviertes en un suscriptor vitalicio de tiras reactivas, con la amenaza constante de que tu subscriptor decida cancelar el producto y te deje con un medidor de glucosa que solo sirve como pisapapeles de alta tecnología.
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