En el mercado inmobiliario actual, las promociones de viviendas de obra nueva aparecen con precios que parecen irresistibles, diseñados para captar la atención de compradores con presupuestos ajustados. Sin embargo, esa cifra tentadora suele ser solo la punta del iceberg, ya que en la mayoría de los casos no incluye elementos esenciales como el IVA, los gastos de notaría, ni las plazas de garaje o trasteros que muchas veces son obligatorios. Esta estrategia de marketing puede llevar a una desagradable sorpresa cuando los compradores descubren el coste real final.


El desglose oculto de los costes adicionales

Al profundizar en los detalles de la oferta, se revela que el precio inicial anunciado es solo una parte de la inversión total. El IVA, que puede suponer un incremento significativo, no se menciona claramente en un principio, al igual que los honorarios notariales y los gastos de gestión. Además, la inclusión forzosa de plaza de garaje y trastero eleva la cantidad a pagar, transformando lo que parecía una ganga en una carga financiera inesperada para el comprador.

Consecuencias para el consumidor y el mercado

Esta práctica no solo afecta a la confianza de los compradores, sino que también distorsiona la percepción del valor real de las propiedades. Muchas personas se ven obligadas a reconsiderar sus decisiones o enfrentarse a deudas no previstas, lo que puede generar estrés y descontento. A largo plazo, este enfoque puede dañar la reputación de las empresas constructoras y fomentar un escepticismo general hacia las promociones inmobiliarias, perjudicando a todo el sector.

Es como si te invitaran a una cena gratis y luego te cobraran por el aire que respiras en el restaurante, haciendo que esa ganga se convierta en un banquete de deudas.