Los cuasicristales desafían las leyes de la cristalografía tradicional
Durante décadas, la ciencia consideraba imposible la existencia de cuasicristales porque violaban las reglas fundamentales de la cristalografía. Según estas normas, los cristales debían tener una estructura periódica que se repetía de forma simétrica en el espacio, pero los cuasicristales presentan patrones ordenados que nunca se repiten exactamente igual, desafiando así los principios establecidos. Esta contradicción con las leyes tradicionales hizo que muchos científicos los consideraran una anomalía teórica hasta que el descubrimiento real demostró lo contrario.
El descubrimiento que cambió todo
En 1982, Dan Shechtman observó por primera vez un patrón de difracción con simetría pentagonal en una aleación de aluminio y manganeso, algo que según los libros de texto era imposible. Su descubrimiento fue inicialmente recibido con escepticismo e incluso ridiculizado por colegas prominentes, incluyendo al doble premio Nobel Linus Pauling, quien insistía en que Shechtman estaba observando cristales múltiples. Sin embargo, la evidencia experimental era irrefutable y eventualmente llevó a que Shechtman recibiera el Premio Nobel de Química en 2011 por este hallazgo revolucionario.
Apariciones en lugares inesperados
Lo más fascinante de los cuasicristales es que continúan apareciendo en contextos completamente inesperados. Se han encontrado naturalmente en meteoritos provenientes del espacio exterior, específicamente en el meteorito de Khatyrka descubierto en Rusia, lo que sugiere que se formaron bajo condiciones extremas en el sistema solar primitivo. Más recientemente, los científicos han logrado sintetizar cuasicristales en laboratorios usando técnicas avanzadas como la deposición de vapores químicos y el enfriamiento ultrarrápido de aleaciones metálicas. Incluso se han identificado en residuos de la primera prueba nuclear de la historia, el Trinity test, donde las condiciones extremas de temperatura y presión crearon estas estructuras prohibidas.
Parece que el universo disfruta creando excepciones a las reglas que los humanos consideramos absolutas, como si la naturaleza nos recordara que todavía tenemos mucho por descubrir y que lo imposible a veces solo está esperando el momento adecuado para manifestarse.
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