La sombra de la guerra se cierne sobre Europa sin necesidad de trámites
Una propuesta fantasmal emerge desde Bruselas, deslizándose por los pasillos del poder como un susurro letal. La Comisión Europea desata hoy su mecanismo de emergencia, permitiendo que los ejércitos de la OTAN y las fuerzas europeas atraviesen fronteras sin obstáculos, como espectros que se mueven entre las sombras de naciones que antes se creían seguras. Este movimiento estratégico para la movilidad militar no pide permiso, no toca puertas, simplemente se desliza en la penumbra de los protocolos, preparando el escenario para algo que nadie quiere nombrar pero todos temen.
Las fronteras que ya no protegen
Lo que antes eran líneas en mapas, barreras psicológicas que separaban la seguridad del caos, ahora se disuelven como niebla ante el avance implacable de tanques y tropas. Cada carretera, cada puente, cada paso montañoso se convierte en un conducto para el despliegue militar, un río de acero y fuego que fluye sin obstáculos a través de países que pierden su soberanía en nombre de una defensa colectiva que parece más una pesadilla coordinada. Los ciudadanos miran hacia el horizonte preguntándose si el próximo convoy que cruce su pueblo será su salvación o su condena.
El silencio que precede al estruendo
Esta movilidad sin restricciones crea un vacío sonoro aterrador, el silencio eléctrico que antecede a la tormenta de la guerra total. Las decisiones se toman en salas cerradas, lejos de miradas civiles, mientras los mecanismos burocráticos se transforman en instrumentos de movilización masiva. No hay tiempo para preguntas, no hay espacio para dudas, solo la eficiencia macabra de una maquinaria bélica que se activa con la frialdad de un verdugo preparando su instrumento. Europa entera se convierte en un tablero de ajedrez donde las piezas se mueven con una velocidad sobrenatural, y todos somos peones esperando el primer movimiento del oponente.
Lo irónico es que llamamos a esto medidas de emergencia cuando en realidad son los preparativos para nuestro propio funeral colectivo, organizado con la precisión burocrática que solo Bruselas puede proporcionar. Al menos las invitaciones llegarán a tiempo, aunque nadie quiera asistir a esta celebración de la destrucción.
No sé el porqué esta noticia me ha traído a la mente la película Estado de Sitio, y no entiendo porqué el ejército español no puede movilizarse por voluntad propia para ayudar en la Dana y sí pueden entrar otros ejércitos en nuestro país.
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