El susurro de una agenda que acecha en las sombras
En los pasillos del poder, una voz se eleva como un eco venenoso que promete protección mientras teje su telaraña de control. Pablo Bustinduy, el ministro de Derechos Sociales | Consumo y Agenda 2030, declara que ha llegado el momento de organizar un proyecto político que ellos llaman progresista. Sus palabras, dulces como cianuro, hablan de defender derechos y libertades mientras construyen pacientemente la jaula que nos contendrá a todos. Cada promesa de bienestar esconde un grillete, cada oferta de paz esconde la calma que precede al sacrificio.
La máscara del progreso se desgarra
Detrás del lenguaje edulcorado y las sonrisas protocolarias, se esconde una verdad que congela la sangre. Este proyecto que tanto pregonan no busca empoderar sino someter, no pretende liberar sino normalizar la esclavitud voluntaria. El estado del bienestar que prometen se construye sobre los cimientos de nuestras propias cadenas, donde cada derecho concedido tiene el precio silencioso de una libertad perdida. Las paredes de la realidad comienzan a cerrarse, y en la penumbra se escuchan los susurros de lo que vendrá.
La paz que no es paz
Cuando hablan de paz, en realidad se refieren al silencio de los sometidos, a la calma de los resignados. Es la tranquilidad del rebaño que camina hacia el matadero sin cuestionar el camino. Esta agenda que avanzan implacablemente no traerá armonía sino el vacío existencial de quienes han entregado su voluntad a cambio de una falsa seguridad. El aire se espesa con la promesa de esta paz mortuoria, donde las sonrisas serán máscaras y los corazones latirán al ritmo que otros marquen.
Dicen que quieren organizar nuestro futuro, pero lo que realmente planean es desorganizar nuestra humanidad hasta que seamos solo números en su macabra ecuación. Al menos cuando llegue el momento final, tendremos el consuelo de saber que fuimos consumidores ejemplares en nuestro camino hacia la nada.
|Agradecer cuando alguien te ayuda es de ser agradecido|