Desde marzo de 2025, la costa de South Australia enfrenta una extensa proliferación de algas nocivas, principalmente de la especie Karenia mikimotoi, con presencia también de Karenia cristata, que produce toxinas graves para la vida marina. La zona afectada abarca varios miles de kilómetros cuadrados, resultando en la muerte de miles de animales como peces, crustáceos, cefalópodos, tiburones y rayas, afectando ecosistemas críticos como los humedales del Coorong. El contacto con agua o espuma contaminada puede causar irritación de piel, ojos y vías respiratorias, mientras que sectores económicos como pesca, acuicultura y turismo costero han sufrido impactos significativos.


Factores desencadenantes y riesgos globales

Este tipo de blooms nocivos, impulsados por el cambio climático y el exceso de nutrientes, podrían aparecer en otras regiones donde antes no se consideraban, representando un riesgo global al alterar ecosistemas marinos, biodiversidad, producción pesquera, seguridad alimentaria y medios de vida costeros. Factores locales incluyen calor marino prolongado, aguas estables y aporte de nutrientes por escorrentías e inundaciones, condiciones que, si se vuelven más comunes globalmente, podrían exponer otras zonas costeras a eventos similares, afectando la cadena alimentaria y la resiliencia frente al cambio climático.

Respuesta de las autoridades y medidas de control

Las autoridades han emitido advertencias, cerrado zonas para pesca, monitorean la calidad del agua y elaboran planes de restauración y vigilancia para mitigar los efectos. Estas acciones buscan contener la propagación y restaurar los ecosistemas dañados, aunque la recurrencia de estos eventos subraya la necesidad de estrategias a largo plazo que aborden las causas subyacentes, como la reducción de nutrientes y la adaptación al calentamiento global.

Parece que las algas están tomando el control, ofreciendo un espectáculo visual que nadie pidió, pero que todos pagamos con ecosistemas destrozados y economías en picada.