Hace cuatro décadas, este pueblo oscense enfrentaba un futuro incierto con su población menguando año tras año. La emigración a ciudades más grandes amenazaba con vaciar por completo sus calles empedradas y dejar atrás siglos de historia. Hoy la situación es radicalmente diferente, pues Alquézar recibe miles de visitantes anualmente que llegan atraídos por su impresionante patrimonio y paisajes únicos.


Transformación económica y social

El cambio comenzó con el reconocimiento de su conjunto histórico-artístico y la creación de la ruta de las pasarelas sobre el río Vero. Los vecinos que permanecieron en el pueblo empezaron a rehabilitar viviendas para convertirlas en alojamientos rurales, mientras nuevos emprendedores abrían restaurantes y comercios. Esta revitalización ha generado empleo estable y ha permitido que servicios básicos como la escuela o el consultorio médico sigan funcionando.

Patrimonio natural y cultural como motor

La espectacular colegiata de Santa María, declarada Monumento Nacional, actúa como principal imán turístico junto con el cañón del río Vero. Los visitantes pueden combinar turismo cultural con actividades de aventura como barranquismo o senderismo por el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara. La conservación de tradiciones como la elaboración artesanal de longaniza y otros embutidos completa una oferta que satisface tanto a excursionistas de día como a turistas que prolongan su estancia.

Ahora el desafío es gestionar tanto éxito sin perder la esencia que lo hizo atractivo, pues algunos fines de semana hay más cámaras de fotos que habitantes en la plaza mayor.