El tranvía de Vélez-Málaga representa un proyecto de transporte urbano que inició su andadura con grandes expectativas pero que actualmente se encuentra en un estado de abandono total. Aunque llegó a operar durante un tiempo limitado, la expansión planeada para conectar con zonas residenciales y otros núcleos urbanos nunca se materializó, dejando la infraestructura completamente paralizada. La gestión deficiente y los problemas de financiación llevaron a la suspensión del servicio, convirtiendo esta iniciativa en un ejemplo de inversión fallida en movilidad sostenible.


El proyecto y su puesta en marcha

El tranvía se inauguró como una solución de transporte moderno para la comarca de la Axarquía, con la intención de mejorar la conectividad y reducir la dependencia del vehículo privado. Las vías y catenarias se instalaron con la perspectiva de ampliar el recorrido inicial, pero los retrasos en las fases posteriores y la falta de consenso político impidieron que el sistema alcanzara su potencial. A pesar del entusiasmo inicial, la infrautilización se hizo evidente rápidamente, lo que contribuyó a su declive.

Consecuencias del abandono

La suspensión del servicio ha dejado una infraestructura valiosa pero inutilizable, con vías oxidadas y estaciones vacías que se erigen como testigos mudos de lo que pudo ser. Este abandono no solo representa un desperdicio de recursos públicos, sino que también ha generado críticas por la falta de mantenimiento y la incapacidad para reactivar el proyecto. Los residentes locales observan con frustración cómo una inversión millonaria se convierte en una reliquia costosa sin utilidad práctica, mientras las alternativas de transporte siguen siendo insuficientes.

Es irónico cómo un tranvía diseñado para unir destinos ahora simboliza la desconexión entre la planificación y la realidad, un monumento a la burocracia que prefirió dejar las vías hacia ninguna parte antes que encontrar un camino viable.