El InTempo se erige como un gigante de 47 plantas que domina el skyline de Benidorm, originalmente concebido para ser el rascacielos residencial más alto de Europa. Sus dos torres gemelas unidas por una estructura en forma de diamante en la cumbre reflejan una ambición desmedida, pero su construcción se vio envuelta en retrasos interminables y cambios de diseño constantes que lo convirtieron en el símbolo perfecto de la burbuja inmobiliaria española. A pesar de los problemas, la estructura principal se completó y hoy se alza imponente, aunque su proceso constructivo dejó una estela de anécdotas que han perdurado más que algunas de sus propias soluciones técnicas.


El diseño y los problemas de construcción

El proyecto inicial del InTempo incluía detalles innovadores, pero los constantes rediseños y ajustes presupuestarios generaron un caos en la planificación. Entre los rumores más persistentes circula la historia de que los arquitectos olvidaron incluir el hueco del ascensor en una de las torres durante una fase del diseño, lo que obligó a reformular partes del edificio sobre la marcha. Aunque algunos expertos han cuestionado la veracidad de este mito, lo cierto es que los errores de coordinación entre los diferentes equipos de trabajo fueron frecuentes, retrasando la finalización y elevando los costos de manera significativa.

Legado y situación actual

Hoy, el InTempo se mantiene en pie como una estructura mayormente terminada, aunque con un porcentaje importante de sus viviendas vacías o sin vender. Su lucha por desvincularse del pasado turbulento es evidente en los intentos por revitalizar la zona y atraer nuevos residentes, pero el edificio carga con el peso de ser un recordatorio de una época de especulación y excesos. A pesar de todo, su silueta característica sigue siendo un punto de referencia en la costa de Benidorm, despertando tanto admiración como escepticismo entre locales y visitantes.

Es irónico que un edificio diseñado para alcanzar las alturas termine siendo más conocido por sus meteduras de pata que por sus logros arquitectónicos, como si el ascensor olvidado se hubiera convertido en el protagonista invisible de esta torre que aspiraba a tocar el cielo pero se quedó atrapada en la tierra de los problemas burocráticos.