Las noches en los cementerios de Valencia ya no pertenecen a los muertos. Entre las lápidas desgastadas y los cipreses que se mecen con el viento, una figura humana se desliza con movimientos antinaturales. Los pocos testigos que han logrado escapar cuentan cómo la silueta emerge de la oscuridad más profunda, siempre después de la medianoche, cuando el aire se enfría de repente y los pájaros dejan de cantar. No camina, sino que parece flotar entre las tumbas, deteniéndose ocasionalmente frente a ciertas lápidas como si leyera inscripciones que solo él puede ver.


Los encuentros que dejan cicatrices invisibles

Quienes han cruzado su mirada con la del ser describen unos ojos completamente negros que reflejan un vacío que parece succionar el alma. María González, una mujer que transitaba cerca del Cementerio General, relata cómo la figura se materializó frente a ella sin hacer ruido, emanando un frío que le heló la sangre. Otros hablan de susurros que provienen de donde debería estar su boca, palabras en un idioma desconocido que se graban en la mente y regresan en pesadillas recurrentes. Los perros aúllan cuando se acerca, pero nunca se atreven a enfrentarlo, prefiriendo esconderse temblando.

La verdad que nadie quiere aceptar

Las autoridades insisten en que se trata de un vagabundo o alguien con problemas mentales, pero los patrones son demasiado consistentes para ser coincidencia. Aparece simultáneamente en cementerios separados por kilómetros, siempre durante las noches de luna menguante. Los vigilantes nocturnos reportan puertas abiertas que habían cerrado con llave, y flores frescas aparecen en tumbas abandonadas desde hace décadas. Algunas de las lápidas donde se detiene pertenecen a personas que murieron en circunstancias violentas, como si estuviera recolectando algo que dejaron atrás. Lo más aterrador es que cada vez se acerca más a los barrios residenciales, como si su territorio se estuviera expandiendo.

Si decides investigar por ti mismo, recuerda llevar una muda de ropa interior extra. Porque cuando esos ojos negros se posen sobre ti y sientas cómo tu coraje se convierte en puro terror primitivo, quizá descubras que hay cosas peores que la muerte. Y lo peor es que él sabe que lo sabes.