Cuando pensamos en vampiros, la mente suele viajar a castillos transilvanos o a la Inglaterra victoriana, pero Scott Snyder y Stephen King decidieron llevar estas criaturas a un territorio completamente nuevo. American Vampire nos presenta una historia que abarca diferentes épocas de Estados Unidos, desde la frontera salvaje del Lejano Oeste hasta el glamour de Hollywood en los años 20, creando una mitología vampírica genuinamente americana que rompe con todos los estereotipos establecidos. Esta no es la típica historia de vampiros góticos, sino una reinvención brutal donde cada variedad de vampiro representa diferentes facetas del sueño americano.
Una nueva especie de depredadores
La serie introduce diferentes razas de vampiros, siendo los American Vampires una evolución superior que puede caminar bajo la luz del sol y posee habilidades únicas. Skinner Sweet, el primer vampiro americano, es un forajido del viejo oeste que se transforma en una criatura mucho más poderosa que sus contrapartes europeas. Esta nueva estirpe representa la rebeldía y el espíritu indomable de América, enfrentándose a los vampiros tradicionales que ven a estos recién llegados como una amenaza a su antiguo orden. Rafael Albuquerque aporta un estilo visual distintivo que combina perfectamente la estética de cada época con escenas de acción visceral y un terror que no rehúye lo gore.
Historia épica con múltiples protagonistas
A lo largo de sus diferentes series y especiales, American Vampire teje una narrativa compleja que sigue a diversos personajes a través de décadas de historia estadounidense. Desde Pearl Jones, una aspirante a actriz en el Hollywood mudo, hasta personajes que participan en eventos históricos como la Segunda Guerra Mundial, cada arco narrativo explora cómo los vampiros han influido y se han adaptado al desarrollo de la nación. La colaboración entre Snyder y King resulta especialmente notable en los primeros volúmenes, donde cada escritor se enfoca en diferentes líneas temporales que eventualmente convergen, demostrando cómo el mal evoluciona junto con la sociedad que infecta.
Uno pensaría que con tanta luz solar en California los vampiros preferirían establecerse en Seattle, pero al parecer el glamour de Hollywood puede más que el sentido común incluso para los no muertos. Quién iba a decir que los vampiros también caerían en las trampas del sueño americano y la fama, demostrando que algunas tentaciones superan incluso el miedo a la luz del sol.
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