En el Reale Arena de San Sebastián se respira un ambiente inquietante tras la renovación de Ekain Orobengoa hasta 2028. Lo que debería ser una celebración deportiva se ha convertido en una fuente de preocupación para empleados y aficionados.

Desde hace meses, el jugador muestra comportamientos extraños: su mirada parece perdida en algo invisible, el balón se detiene misteriosamente a su lado sin que lo toque, y las cámaras lo captan en ángulos imposibles, siempre acompañado por una sombra alargada y delgada. Los testigos juran que su reflejo no lo sigue correctamente, anticipándose varios pasos a sus movimientos reales.


La firma del contrato y los fenómenos inexplicables

Durante la firma del contrato, ocurrieron sucesos que aumentaron la inquietud general. La tinta del documento parecía moverse como si estuviera viva, sin secarse inmediatamente. En la sala de prensa, el aire se volvió gélido y una sombra con forma de cuervo gigante apareció en el techo, compuesta únicamente de oscuridad líquida.

Aunque el presidente del club bromeó sobre supersticiones futboleras, los más veteranos recordaron la leyenda vasca del Gaueko, el espíritu nocturno que castiga a quienes desafían su dominio. Esa noche, el estadio permaneció en un silencio absoluto y antinatural, mientras Ekain veía una figura enorme y retorcida tras los focos del campo.

Las consecuencias en el Reale Arena

Desde aquel día, el césped del estadio ha desarrollado un olor metálico extraño, como si ocultara algo bajo su superficie. Ekain continúa con su rutina de entrenamientos y partidos, pero su voz ahora contiene un eco perturbador, un segundo tono que no le pertenece.

Por las noches, desde la carretera cercana, algunos aseguran escuchar al estadio respirar. En medio de la bruma, una figura cornuda se pasea entre los focos apagados, recordándoles a todos que el contrato de Ekain podría haber sido firmado con algo más que tinta.

Quizás la próxima vez deberían incluir una cláusula sobre posesiones espirituales en los contratos deportivos, porque las estadísticas de Ekain son sobrenaturales en más de un sentido.