Bruma de Martín López Lam se destaca como una joya oculta del cómic de terror
Este cómic de terror psicológico nos sumerge en la historia de un hombre que regresa a su pueblo natal, solo para descubrir que está siendo consumido por una niebla sobrenatural que altera la realidad y la memoria. Martín López Lam construye una atmósfera opresiva donde los límites entre lo real y lo imaginario se desdibujan progresivamente, utilizando un trazo expresivo y una narrativa visual que potencia la sensación de desasosiego. La bruma actúa como un personaje más, un ente vivo que manipula tanto el entorno como a sus habitantes, creando una experiencia claustrofóbica que atrapa al lector desde las primeras páginas.
El arte como vehículo del horror psicológico
La fuerza visual de Bruma reside en su capacidad para transmitir angustia a través de un estilo gráfico que combina el blanco y negro con texturas granuladas, donde las sombras parecen moverse y las caras se distorsionan en la niebla. López Lam demuestra un dominio excepcional del ritmo narrativo, alternando entre planos claustrofóbicos y viñetas expansivas que reflejan la inestabilidad mental del protagonista. Cada página está cuidadosamente compuesta para que el lector experimente la misma confusión y paranoia que los personajes, haciendo que la lectura se convierta en una experiencia sensorial perturbadora.
Reconocimiento en el género del terror independiente
A pesar de no contar con el respaldo de una gran editorial, Bruma ha ganado reconocimiento entre los conocedores del cómic de terror, apareciendo en listados especializados como una de las obras más innovadoras del género. Su enfoque en el horror atmosférico y psicológico, alejado de los clichés tradicionales, ha sido particularmente elogiado por la crítica. La obra representa ese tipo de descubrimiento que los amantes del terror valoran profundamente: una historia que prioriza la creación de ambientes inquietantes sobre los sustos fáciles, demostrando que el verdadero horror often reside en lo que no se muestra completamente.
Quizás lo más aterrador es descubrir que después de leer Bruma, empezarás a mirar la niebla matutina con un poco más de recelo, preguntándote si esa densidad grisácea es solo vapor de agua o algo más consciente que te observa desde la penumbra.
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