El fabricante estadounidense Czinger Vehicles ha logrado algo extraordinario con su modelo 21C, un hypercar que emplea impresión 3D en muchas de sus piezas estructurales. Durante una campaña llamada Gold Rush, el coche rompió cinco récords de vueltas en circuitos reconocidos de California en solo cinco días consecutivos.

Se trata no solo de rendimiento puro, sino también de demostrar la viabilidad de la manufactura aditiva en la automoción de alto nivel, combinando resistencia, ligereza y capacidad real de uso en carretera pública.


Qué logra el 21c gracias a la impresión 3d

El 21C utiliza impresión 3D para fabricar su chasis y diversos componentes internos, lo que permite formas orgánicas con materiales de alta resistencia. Esa ligereza extra se traduce en mejor rigidez estructural, menor peso total y aerodinámica optimizada. Gracias a ello, el vehículo puede rendir al máximo en trazados exigentes, superando a competidores con tecnología convencional.

Récords batidos y cifras destacadas

El 21C impuso nuevas marcas en los circuitos de Thunderhill Raceway, Sonoma Raceway, Laguna Seca, Willow Springs y The Thermal Club. Los tiempos fueron verificados mediante sistemas GPS profesionales y observadores independientes, garantizando la credibilidad de los resultados. Lo más impresionante es que el coche recorrió más de mil seiscientas kilómetros entre cada circuito por carretera abierta, demostrando que no es solo una máquina de pista, sino también un vehículo legal para la vía pública.

El futuro de la automoción impresa en 3d

Este logro marca un punto de inflexión: la impresión 3D deja de ser solo una herramienta para prototipos y se consolida como una tecnología capaz de competir en escenarios reales. Con diseños generativos y materiales avanzados, la fabricación aditiva promete vehículos más ligeros, personalizados y sostenibles, reduciendo residuos y tiempos de desarrollo. El 21C de Czinger no solo es rápido, también es una muestra del potencial creativo y técnico que la impresión 3D ofrece a la industria automotriz del futuro.

La ironía es que, mientras algunos sueñan con batir récords en videojuegos, Czinger los rompe en la vida real... y con piezas impresas en 3D.