La inquietante película Smile aterrorizó al público con su perturbadora estética psicológica. El equipo de efectos visuales de The-Artery fue clave en transmitir ese malestar visual que caracteriza a la película, logrando que el horror no se limitara solo a la narrativa, sino que se colara en cada plano. Su trabajo se centró en la manipulación de rostros, distorsión del espacio y en un diseño visual que amplificara la paranoia del personaje principal.
Uno de los mayores retos fue mantener el tono realista de los entornos mientras se introducían elementos sobrenaturales. The-Artery utilizó técnicas de composición avanzada con Nuke para integrar planos de rostros alterados sin perder credibilidad. También aplicaron efectos de cámara y postprocesado para generar una atmósfera opresiva. Algunos momentos clave, como los planos invertidos o las transiciones en bucle, fueron realizados combinando simulaciones físicas con deformaciones digitales para crear tensión sin necesidad de jumpscares tradicionales.
El enfoque fue siempre psicológico
Las distorsiones no eran gratuitas, sino un reflejo de la percepción deteriorada de la protagonista. La iluminación, sutilmente modificada en postproducción, ayudó a mantener esa sensación de realidad alterada. El resultado es una película que incomoda más por lo que insinúa visualmente que por lo que muestra explícitamente.