Sabemos que el aumento de temperaturas acelera el cambio climático, pero una consecuencia menos comentada es la desaparición de los mantos de nieve en los bosques templados. Y este fenómeno tiene implicaciones directas en la salud del bosque y su capacidad de capturar carbono. En zonas como Vermont (EE. UU.), donde antes los inviernos eran largos y nevados, los suelos quedan cada vez más expuestos a heladas sin la capa protectora de nieve.


Menos nieve, menos raíces

Un estudio liderado por Emerson Conrad-Rooney, de la Universidad de Boston, muestra que la pérdida de nieve no solo afecta el paisaje, afecta directamente el crecimiento de los árboles. Durante 10 años, simularon condiciones de calentamiento con cables enterrados en el suelo y retiraron la nieve de parcelas específicas. El resultado fue claro: aunque el calor estimulaba algo de crecimiento, los árboles sin nieve crecieron solo la mitad de lo que lo hacían en condiciones normales. ¿La causa? Daños en las raíces provocados por el congelamiento cíclico del suelo descubierto.

Modelos de carbono desactualizados

Muchos modelos climáticos predicen que los bosques crecerán más rápido con el calor, pero estos modelos no están considerando adecuadamente los efectos del invierno. Elizabeth Burakowski, de la Universidad de New Hampshire, advierte que las días con nieve profunda desaparecerán en gran parte de EE. UU. para fin de siglo, alterando gravemente el balance hídrico y la capacidad de los ecosistemas para almacenar carbono.

Implicaciones para artistas, diseñadores y creadores

Si trabajas en visualización científica o diseño de entornos naturales, este tipo de hallazgos puede ser útil. Representar bosques invernales con poca nieve o árboles con sistemas radiculares dañados añade realismo a escenas posapocalípticas, educativas o especulativas. Además, este tipo de estudios puede inspirar proyectos centrados en la relación entre clima y naturaleza, como instalaciones interactivas o simulaciones de paisajes cambiantes.

La nieve es ese aislante olvidado

No es solo agua congelada, la nieve actúa como una manta térmica natural. Sin ella, el ciclo de congelación y descongelación del suelo se vuelve más agresivo, y eso tiene consecuencias ecológicas serias. Lo que parece un invierno más corto puede convertirse en un ecosistema menos funcional.