Hace algún tiempo, un periodista en la tele, explicaba como no puede existir un pensamiento sin sus palabras vinculadas. Es decir, no podemos pensar de otra manera que con una representación lingüística en nuestra mente.
Esto quiere decir que la palabra es la única herramienta de la que disponemos para comprender, relacionar y explicar una realidad (o una elucubración, o un sueño). Cuanto mejor sea el dominio y la extensión de esta herramienta, mejor nos haremos entender y más claras y matizadas serán nuestras comunicaciones.
No obstante, no hace mucho mantenía una charla sobre este tema con un amigo, maestro de escuela.
Yo defendía el purismo lingüístico, pero el me recordó el lema de la real academia de la lengua: fija, limpia y da esplendor.
Me hizo ver lo que esto significa: la real academia no inventa palabras, si no que se limita a incluir las que la mayor parte de la gente utiliza.
Desde entonces, soy un poco más tolerante con esta cuestión y me resigno a admitir que la realidad pueda estar equivocada.
Pero en estos tiempos en los que se ha puesto de moda la imagen, es frecuente ver personas bien vestidas, exfoliadas, depiladas, musculadas, con blancas dentaduras, que pierden el encanto en cuanto abren la boca.
No obstante son los clientes preferidos por las grandes superficies comerciales.
Pero esto es otro tema.
Besos y abrazos y disculpad si he cometido algún error lingüístico.