El sonido de una impresora 3D delata su diseño secreto
La acústica forense surge como un método para investigar un posible robo de propiedad intelectual. Una empresa sospecha que un competidor reproduce sin permiso uno de sus modelos 3D patentados. Para confirmarlo, un técnico graba de forma discreta el sonido que emite la impresora 3D sospechosa durante una de sus tareas.
El análisis convierte el ruido en datos de movimiento
El sonido grabado contiene la firma acústica de los motores paso a paso. Al procesar la señal con un análisis FFT, se aíslan las frecuencias dominantes que corresponden a los pulsos eléctricos que mueven cada eje. Un software especial traduce estas frecuencias de nuevo a los pasos y micro-pasos que los motores ejecutan, reconstruyendo así la secuencia de movimientos en los ejes X, Y y Z. Esta secuencia se convierte en comandos G-Code, el lenguaje que controla las impresoras 3D.
Reconstruir el modelo desde el código recuperado
Con el G-Code recuperado, se puede simular la trayectoria de la boquilla de impresión. Esta trayectoria define el contorno de cada capa del objeto que se estaba fabricando. Al apilar digitalmente estas capas en un software como Blender o Fusion 360, se regenera una réplica geométrica del modelo 3D original. Esta evidencia digital, obtenida solo del sonido, puede compararse con el diseño patentado para buscar coincidencias.
Resulta paradójico que el mismo zumbido que anuncia la innovación pueda convertirse en la prueba que la compromete, dejando al descubierto que hasta el ruido de fondo puede tener algo que decir.
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