Rivian, la marca de vehículos eléctricos, desarrolla internamente un chip de computación para conducir de forma autónoma. La empresa busca controlar su propio destino tecnológico y reducir costes a largo plazo. Este procesador, diseñado específicamente para sus necesidades, pretende manejar los complejos algoritmos de percepción y decisión que requiere la conducción autónoma. Rivian confía en que una solución propia le permitirá innovar más rápido e integrar mejor el hardware con el software de sus vehículos.


El chip Rivian se enfoca en eficiencia y potencia

El procesador, aún en fase de diseño, prioriza la eficiencia energética sin sacrificar potencia de cálculo. Se especula que podría usar una arquitectura de núcleos heterogéneos, combinando unidades para tareas generales con aceleradores especializados en inteligencia artificial. Este enfoque permite procesar datos de sensores como cámaras, radares y lidares de manera simultánea y eficaz. El objetivo es ejecutar los modelos de redes neuronales necesarios para percibir el entorno y planificar la ruta del vehículo con gran precisión y baja latencia.

La estrategia busca independencia de proveedores externos

Al crear su propio chip, Rivian sigue los pasos de empresas como Tesla y evita depender de proveedores como NVIDIA o Qualcomm. Esta decisión le da un control total sobre la hoja de ruta del producto y la integración del sistema. Sin embargo, implica una inversión inicial muy alta y asumir los riesgos del desarrollo de semiconductores, un campo complejo y competitivo. La compañía deberá demostrar que su diseño puede igualar o superar el rendimiento de las soluciones ya establecidas en el mercado.

Parece que la nueva moda en la industria automotriz no es solo tener faros LED, sino también tener tu propio departamento de diseño de chips. Pronto, el must-have será un fundador que hable de transistores en el escenario.