Cámaras digitales atrapadas por la obsolescencia de códecs y tarjetas
El mundo de las cámaras de cine digital avanza a un ritmo que a menudo deja atrás equipos que físicamente aún funcionan. Fabricantes como RED, Arri y Blackmagic lanzan nuevos modelos con frecuencia, y cada generación introduce formatos de grabación más eficientes y tarjetas de memoria más veloces. Esto crea un ciclo donde el hardware puede quedar obsoleto no por fallar, sino por no poder usar los últimos códecs o medios de almacenamiento. El sensor y el cuerpo pueden estar en perfecto estado, pero el ecosistema que los rodea cambia.
El firmware y los códecs marcan la diferencia
Un factor clave es el soporte de firmware. Las cámaras más antiguas no reciben actualizaciones para grabar en los nuevos formatos de compresión, que permiten archivos más ligeros sin perder calidad. Quienes poseen estos modelos se ven limitados a usar códecs que hoy pueden considerar pesados o menos prácticos para flujos de trabajo modernos. Esto no es un defecto, sino una consecuencia de cómo la industria prioriza innovar en nuevos productos sobre mantener los antiguos.
La obsolescencia de los medios de almacenamiento
El problema se amplía con las tarjetas de memoria. Formatos como CFast o las primeras CFexpress dejan de fabricarse o se vuelven escasos y caros. Adquirir medios nuevos para una cámara antigua supone una inversión alta en tecnología que el resto de la industria ya abandonó. Además, estas tarjetas pueden no tener la velocidad necesaria para los modos de grabación más exigentes de proyectos actuales, aunque la cámara teóricamente pueda soportarlos. El usuario se enfrenta a un cuello de botella físico.
Así, uno puede terminar con una robusta cámara que graba maravillosamente, pero cuyo archivo final es un mastodonte digital que pocos quieren procesar, guardado en una tarjeta que cuesta más que un objetivo nuevo.
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