Los robots de reparto autónomos de Starship ya operan en varias ciudades y campus universitarios. Estos dispositivos de seis ruedas transportan comida, paquetes o la compra de supermercado. Se mueven de forma autónoma por las aceras para completar lo que se conoce como la entrega de última milla. Para navegar, usan un conjunto de cámaras, sensores ultrasonidos, radares y GPS. Un sistema de inteligencia artificial procesa los datos de estos sensores en tiempo real. Esto permite que el robot perciba su entorno, identifique peatones, esquive obstáculos y cruce calles con seguridad. Su diseño compacto y su velocidad reducida buscan integrarlos de manera segura en el espacio público peatonal.


Cómo funcionan estos robots autónomos

El proceso comienza cuando un usuario hace un pedido mediante una aplicación móvil. El robot se dirige de forma autónoma al comercio para recoger el encargo. Luego, calcula la ruta óptima hacia la dirección de destino, todo mientras circula por la acera. Una combinación de aprendizaje automático y mapeo constante le permite adaptar su camino. Si encuentra un obstáculo imprevisto, como un banco o obras, lo rodea o espera a que se despeje. El usuario puede seguir en tiempo real la ubicación del robot y, al llegar, desbloquear el compartimento térmico mediante la app para retirar su pedido.

La tecnología que permite su navegación

La clave reside en la fusión de datos de múltiples sensores. Las cámaras proporcionan una vista en 360 grados, similar a la visión humana, para detectar semáforos o señales. Los sensores de ultrasonidos miden distancias cortas para evitar colisiones con objetos bajos. Los giroscopios y acelerómetros mantienen la estabilidad del robot. Toda esta información se combina para crear un modelo en 3D del entorno inmediato. El sistema decide entonces la siguiente acción, ya sea avanzar, girar o detenerse. Esta operación ocurre de forma continua durante todo el trayecto, sin que un operador humano intervenga.

Su presencia silenciosa y su aspecto a veces lleva a que la gente los trate como mascotas urbanas, aunque ellos solo procesan datos, no emociones.