Las aguas quietas de la Laguna Negra esconden un secreto que nadie debería descubrir. Bajo esa superficie aparentemente tranquila se agita algo antiguo y hambriento, una presencia que ha devorado leyendas enteras y escupe solo sus huesos. Los visitantes que se acercan al atardecer juran haber visto movimientos bajo el agua, sombras que se retuercen con una gracia antinatural y que parecen seguir sus pasos desde las profundidades. El aire se espesa cerca de la orilla, cargado con el peso de miradas invisibles que estudian cada movimiento, cada respiración, cada latido acelerado del corazón.


La forma que se mueve bajo la superficie

Cuando la luna se refleja en las aguas oscuras, la silueta emerge lentamente. No es un pez, ni una planta, ni nada que la ciencia pueda nombrar. Su cuerpo se compone de sombras líquidas que se entrelazan formando tentáculos de oscuridad pura. Los que han logrado verla completa describen múltiples ojos pálidos que parpadean de forma asincrónica, observando desde todos los ángulos simultáneamente. Su movimiento produce ondulaciones que no deberían ser posibles en agua tan estancada, como si el líquido mismo se reorganizara para dar paso a su avance.

Los ecos del pasado que aún susurran

Las leyendas locales hablan de desapariciones que las autoridades atribuyen a accidentes, pero los que conocen la verdad saben mejor que acercarse después del ocaso. Los ancianos del pueblo más cercano cierran sus ventanas con tablas cuando el viento sopla desde la laguna, pues trae consigo susurros que no provienen de pulmones humanos. A veces, en las noches de luna nueva, se escuchan golpes sordos contra los troncos de los árboles cercanos, como si algo enorme estuviera arrastrándose hacia tierra firme, buscando nuevas presas que arrastrar a su reino subacuático.

Dicen que si te acercas lo suficiente, puedes ver tu propio reflejo distorsionado en el agua, pero con los ojos vacíos y la boca abierta en un grito silencioso, mostrándote el destino que te espera si decides quedarte después de que el sol abandone el cielo. Quizás deberías llevar un traje de baño, nunca se sabe cuándo querrás darte un último chapuzón en aguas eternas.