Los creadores de Little Nightmares regresan con una propuesta que mantiene su estilo característico pero introduce mecánicas cooperativas innovadoras. Reanimal nos sumerge en la historia de dos hermanos que deben adentrarse en una isla maldita para rescatar a sus amigos desaparecidos, enfrentándose a horrores indescriptibles y resolviendo puzles ambientales que requieren colaboración constante entre ambos personajes. El juego alterna perfectamente entre la exploración tranquila y momentos de tensión extrema donde la supervivencia depende del trabajo en equipo y la comunicación fluida entre los jugadores.


Cooperación bajo presión con cámara compartida

Una de las características más destacadas de Reanimal es su sistema de cámara compartida, que mantiene a ambos jugadores en la misma pantalla durante todo el modo cooperativo. Esta decisión de diseño intensifica significativamente la sensación de claustrofobia y vulnerabilidad, ya que los jugadores deben coordinarse dentro de un espacio visual limitado mientras enfrentan amenazas que aparecen desde múltiples direcciones. La proximidad forzada entre los personajes crea situaciones donde las decisiones deben tomarse rápidamente y los errores de uno afectan directamente al compañero, generando momentos genuinamente estresantes pero gratificantes cuando se superan los obstáculos mediante la sincronización perfecta.

Experiencia adaptable a diferentes estilos de juego

Para aquellos que prefieren enfrentar el horror en solitario, Reanimal ofrece la posibilidad de controlar alternativamente a ambos hermanos mediante un sistema de cambio de personaje similar al de Brothers | A Tale of Two Sons. Esta modalidad solitaria presenta sus propios desafíos únicos, ya que el jugador debe gestionar simultáneamente las habilidades complementarias de los dos protagonistas mientras explora entornos cada vez más hostiles. El equilibrio entre acción y exploración se mantiene sólido en ambas modalidades, aunque la experiencia cooperativa aprovecha mejor la premisa narrativa del vínculo fraternal que sustenta toda la trama.

Nada como una escapada familiar a una isla paradisíaca donde lo único que te quiere devorar son los lugareños y las pesadillas hechas realidad, el destino perfecto para fortalecer lazos fraternos mediante traumas compartidos.