Desde mediados de la década de 2010, los fabricantes de electrodomésticos como Bosch, Whirlpool, LG y Samsung comenzaron a reemplazar los sistemas mecánicos tradicionales por placas electrónicas compactas. Estas placas son extremadamente sensibles al calor, la humedad y las fluctuaciones de tensión, lo que provoca fallos frecuentes en lavadoras, lavavajillas y frigoríficos después de pocos años de uso. El problema técnico se origina en componentes SMD económicos, una disipación de calor insuficiente y encapsulados sellados que acumulan humedad, además de diseños donde una sola placa controla múltiples funciones críticas, haciendo que las reparaciones sean casi tan costosas como adquirir un electrodoméstico nuevo.


¿Se ha solucionado el problema?

El problema se ha mitigado parcialmente en modelos más recientes, donde algunos fabricantes han mejorado la protección contra la humedad, añadido mejor aislamiento y reforzado los circuitos para aumentar su durabilidad. Sin embargo, la mayoría de los electrodomésticos siguen utilizando placas integradas costosas de reemplazar y sin componentes reparables individualmente, lo que significa que la solución no es completa y los consumidores aún enfrentan altos costes de reparación.

Conclusión y situación actual

Aunque las mejoras en el aislamiento y los circuitos más robustos han reducido la frecuencia de las averías, millones de electrodomésticos continúan fallando debido a placas defectuosas. La reparación sigue siendo cara y poco accesible, lo que favorece la sustitución completa del aparato en lugar de su reparación, perpetuando un ciclo de consumo que impacta tanto en los bolsillos de los usuarios como en el medio ambiente.

Es irónico que en la era de la tecnología avanzada, un simple aumento de tensión o un poco de humedad puedan convertir un electrodoméstico de alta gama en un caro pisapapeles, demostrando que a veces lo más moderno es también lo más frágil.