El Centro de Creación de las Artes de Alcorcón, conocido como CREAA, permanece hoy como un esqueleto monumental que refleja ambiciones truncadas y promesas incumplidas. Diseñado por el arquitecto Nacho G. Pedrosa con un presupuesto inicial de 100 millones de euros, este complejo cultural fue concebido para convertirse en un referente de vanguardia arquitectónica. Su diseño, que evoca la forma de una carpa de circo, pretendía albergar diversas disciplinas artísticas bajo un mismo techo simbólico, pero la realidad actual muestra un escenario muy diferente al soñado.


El proyecto faraónico y su paralización

La construcción del CREAA comenzó con grandes expectativas, pero múltiples problemas presupuestarios y administrativos llevaron a su paralización cuando apenas se había completado la estructura principal. El esqueleto de hormigón armado, con sus característicos arcos que simulan una carpa circense, se alza hoy sobre el terreno como un fantasma arquitectónico. Los vidrios rotos en sus fachadas permiten ver el interior vacío, donde deberían desarrollarse actividades culturales pero donde ahora solo habitan el polvo y el silencio.

El contraste entre visión y realidad

Mientras el proyecto original prometía espacios para teatro | danza | música y artes visuales, la realidad muestra instalaciones incompletas y materiales deteriorados por la intemperie. Los vecinos de Alcorcón contemplan con frustración cómo este icono cultural se convierte en un recordatorio constante de oportunidades perdidas. Las críticas se centran en la mala gestión de los fondos públicos y en la falta de continuidad de proyectos culturales ambiciosos, cuestionando la viabilidad de emprender obras de tal envergadura sin garantizar su finalización.

Lo irónico es que este circo nunca albergó espectáculos, pero se convirtió en el mejor ejemplo de función continua: la de promesas políticas incumplidas.