En el paisaje industrial de Teruel se alza una estructura que narra una historia de proyectos truncados y cambios energéticos. La central térmica de Escucha, que durante décadas operó en la producción eléctrica, conserva entre sus instalaciones el esqueleto circular de una chimenea que nunca llegó a completarse. Este cilindro de hormigón abandonado forma hoy un contraste surrealista con las partes funcionales del complejo, creando una imagen que congela en el tiempo un momento decisivo donde los planes de expansión se detuvieron abruptamente.


El proyecto de ampliación abandonado

Durante los años de actividad de la central, se planteó una ampliación que incluía la construcción de una nueva torre de refrigeración para aumentar la capacidad productiva. Los trabajos comenzaron con el levantamiento de la base y la estructura circular, pero diversos factores como cambios en la demanda energética y nuevas directivas medioambientales llevaron a la paralización definitiva de las obras. Lo que iba a ser una mejora tecnológica se transformó en un monumento involuntario a la incertidumbre industrial.

Simbolismo de la estructura inconclusa

La chimenea a medio construir se ha convertido en un referente visual de la comarca, atrayendo tanto a curiosos como a fotógrafos que buscan capturar su peculiar estética. Representa perfectamente cómo los vaivenes económicos y las transiciones energéticas pueden dejar huellas físicas en el territorio, creando arquitecturas fantasma que hablan más de lo que pudo ser que de lo que realmente fue. Su presencia solitaria genera una reflexión sobre la fugacidad de los modelos productivos y cómo las decisiones empresariales se materializan en el paisaje.

A veces pienso que si las torres de refrigeración tuvieran conciencia, esta estaría mirando con envidia a sus vecinas completas mientras espera una ampliación que sabe que nunca llegará.