Ford ha apostado por la fabricación aditiva para llevar al Mustang GTD a un nuevo nivel de eficiencia aerodinámica. El icónico muscle car, transformado en un superdeportivo homologado para carretera, utiliza componentes impresos en 3D que permiten realizar pruebas rápidas y precisas en túneles de viento y simulaciones digitales, con el objetivo de lograr un tiempo récord en el legendario circuito de Nürburgring.


Aerodinámica de precisión

Gracias a la impresión 3D, Ford ha podido experimentar con formas complejas de alerones, difusores y conductos de aire que habrían sido demasiado costosos o lentos de fabricar por métodos tradicionales. Estos prototipos permiten realizar ajustes inmediatos en el diseño, optimizando el flujo de aire y reduciendo la resistencia.

Un superdeportivo con alma de laboratorio

El Mustang GTD incorpora tecnologías derivadas directamente del mundo de la competición, incluyendo suspensión semiactiva ajustable, un potente motor V8 sobrealimentado y un paquete aerodinámico desarrollado con herramientas de ingeniería avanzada. La fabricación aditiva se convierte en un aliado clave, ya que permite prototipar, validar y fabricar piezas con gran rapidez, reduciendo costes y tiempos de desarrollo.

El reto de Nürburgring

El circuito alemán, considerado una de las pruebas más exigentes del planeta, será el escenario en el que Ford busque demostrar el potencial del Mustang GTD. La combinación de tecnología de vanguardia, impresión 3D y tradición automovilística posiciona al modelo como un rival directo de superdeportivos europeos mucho más caros.

Con tantas pruebas en el túnel de viento, parece que al Mustang GTD ya le han secado hasta la melena de caballo que lleva en el logo.