En la Indy Autonomous Challenge, los equipos que compiten con monoplazas sin conductor usan la impresión 3D de forma intensiva. Esta tecnología les permite fabricar piezas a medida con gran rapidez, lo que es crucial para un desarrollo ágil en una competición donde cada milisegundo cuenta. Los ingenieros pueden diseñar, probar y modificar componentes en cuestión de horas, un proceso que con métodos tradicionales llevaría días o semanas. Esto convierte a la impresión 3D en una herramienta fundamental para iterar y perfeccionar los vehículos.


Los sensores requieren soportes complejos y personalizados

El sistema de percepción de estos coches, que incluye unidades LiDAR, cámaras y radares, necesita montajes muy precisos. La impresión 3D permite crear soportes que se adaptan exactamente a la geometría del chasis y a la posición óptima de cada sensor. Estos soportes no solo sujetan el hardware, sino que también pueden integrar conductos para gestionar los cables y, lo que es más importante, canales de refrigeración activa. Mantener los sensores a una temperatura estable es vital para que funcionen de manera fiable a alta velocidad.

La aerodinámica y la refrigeración se benefician de la fabricación aditiva

Más allá de los soportes, los equipos imprimen en 3D componentes aerodinámicos como alerones, deflectores y entradas de aire personalizadas. Estos elementos se optimizan en simulaciones CFD y luego se materializan rápidamente para validarlas en pista. De igual modo, se fabrican conductos de aire y intercambiadores de calor a medida que dirigen el flujo de refrigerante hacia los puntos críticos, como las unidades de proceso o las baterías. Esta capacidad para producir piezas únicas y complejas en poco tiempo da a los equipos una ventaja significativa para probar nuevas ideas.

Así que, mientras el software aprende a tomar las curvas, la impresora 3D ya está fabricando la siguiente versión de la pieza que, quizás, le dará la victoria. Es una carrera dentro de otra carrera.