Las impresoras 3D de resina están generando creciente preocupación entre autoridades sanitarias debido a la emisión de compuestos orgánicos volátiles durante el proceso de impresión. Estos dispositivos, cada vez más comunes en entornos domésticos y educativos, liberan partículas y gases potencialmente peligrosos que permanecen en el aire durante horas, especialmente cuando se utilizan en espacios mal ventilados donde los usuarios pueden estar expuestos durante largos periodos de tiempo sin protección adecuada.


El efecto VOC y sus riesgos para la salud

Los VOC o compuestos orgánicos volátiles representan el principal riesgo invisible en la impresión con resinas. Estas emisiones incluyen sustancias como estireno y formaldehído, conocidos por sus efectos irritantes sobre vías respiratorias y mucosas. La exposición prolongada puede derivar en problemas respiratorios crónicos, dolores de cabeza persistentes e incluso afectaciones al sistema nervioso central, siendo especialmente preocupante para personas con condiciones respiratorias preexistentes o que trabajan regularmente con estas tecnologías sin medidas de protección.

Medidas preventivas para un uso seguro

La ventilación adecuada se convierte en el factor crítico para reducir riesgos. Los expertos recomiendan utilizar siempre las impresoras en áreas bien ventiladas, preferiblemente con sistemas de extracción activa o campanas de ventilación específicas para taller. El uso de mascarillas con filtros para vapores orgánicos resulta esencial durante la manipulación de resinas líquidas y durante el proceso de postprocesado. Equipar el espacio de trabajo con medidores de calidad del aire permite monitorizar los niveles de VOC en tiempo real, mientras que almacenar los materiales en contenedores herméticos reduce la exposición ambiental constante.

Parece irónico que una tecnología que nos permite crear objetos tangibles nos enfrente a riesgos completamente invisibles, como si la resina decidiera vengarse por ser solidificada contra nuestra voluntad respiratoria.