Un grupo de científicos se propuso resolver algo más complicado que entender los archivos de Photoshop sin nombres, ¿qué trabajos dan más satisfacción? Para ello, analizaron a más de 59.000 personas y 263 profesiones distintas. Entre esas ocupaciones estaba, por supuesto, el diseño gráfico. Porque sí, alguien tenía que representar dignamente a quienes viven entre tipografías, deadlines y clientes que piden que brille más, pero sin que se note.

El estudio más serio, pero sin Comic Sans

El estudio se llevó a cabo en Estonia, donde los participantes donaron sangre para un biobanco. Aprovechando que estaban ahí, también respondieron encuestas sobre qué tanto les gustaba su trabajo. Una base de datos así no se ve todos los días, como tampoco se ve un archivo final entregado en el primer intento. Con esa información, los científicos exploraron qué trabajos te hacen sentir realizado... o al borde del colapso nervioso.


¿Diseñar da felicidad o dolor de muñeca?

Resulta que el diseño gráfico no es ni el trabajo más estresante ni el más idílico. Es como ese cliente que aprueba a la tercera, tolerable, a veces brillante. La clave está en cuánta autonomía se tiene, si se puede ser creativo sin que el jefe lo arruine y si hay suficiente café para sobrevivir a las revisiones. Quienes pueden expresarse visualmente, colaborar en proyectos interesantes y no repetir la misma plantilla cinco veces al día, tienden a estar más satisfechos.

Las profesiones más y menos felices y no es por el sueldo

  • El estudio reveló que no todo se trata de ganar más. Hay quienes, sin cifras astronómicas, tienen trabajos que les llenan más que una biblioteca de recursos premium. En los primeros puestos:
  • Jardineros (sin renders, pero con verde real)
  • Bibliotecarios (sin timeline, pero con paz)
  • Maestros (feedback infantil, pero honesto)
  • Terapeutas (sin mockups, pero con escucha activa)
  • Científicos (nadie te pide versiones más modernas)


Lo importante es sentir que el diseño tiene sentido

Los trabajos menos satisfactorios tienden a ser aquellos con poco control, tareas repetitivas o sin posibilidad de ver el resultado final. Algo así como cuando uno diseña un logo que luego termina en una servilleta mal impresa. Por eso, más allá del sueldo o el prestigio, lo que más influye es el propósito: sentir que lo que uno hace importa. Aunque sea solo elegir la paleta perfecta para una tienda de galletas.

El diseño puede dar satisfacción si no lo arruinan

Ser diseñador gráfico puede ser una fuente genuina de alegría... si no hay reuniones eternas, si los clientes no mandan correos a las 2 AM y si hay libertad para crear. El estudio no lo dice con estas palabras, pero se intuye: la satisfacción profesional no siempre está en el salario, sino en las pequeñas cosas. Como cuando un cartel queda justo como uno quería. O cuando, milagrosamente, nadie toca la versión final.