Esta técnica emplea una gota de agua colocada sobre la lente de la cámara para actuar como una lente de aumento improvisada. La gota distorsiona la luz que entra, creando un efecto de ojo de pez en miniatura que es ideal para capturar primeros planos creativos con un carácter único. El método es accesible y permite experimentar con ópticas alternativas sin invertir en equipo especializado.
Preparar el equipo y la gota
Necesitas una cámara con un objetivo de focal fija o zoom, un gotero o un palillo limpio, y agua destilada para evitar residuos. Es crucial limpiar el filtro o el frontal de la lente con un paño de microfibra. Luego, depositas una sola gota de agua justo en el centro del cristal. El tamaño de la gota define la intensidad de la distorsión; una gota más grande produce un efecto de ojo de pez más pronunciado, mientras que una más pequeña ofrece una curvatura sutil.
Enfocar y componer la toma
La profundidad de campo se reduce drásticamente, por lo que debes enfocar con cuidado, preferiblemente usando el modo manual. La zona de máxima nitidez suele estar justo detrás del centro de la gota. Te conviene usar una apertura media, como f/5.6 o f/8, para equilibrar la luz y algo de definición. La composición se centra en detalles pequeños, como un insecto, un botón floral o un objeto texturizado, ya que la gota amplía la imagen. La luz lateral o trasera acentúa las distorsiones y los reflejos dentro de la propia gota.
El principal reto es que la gota se evapora o se mueve, así que trabajas con rapidez. Si la gota cae, no desesperes; simplemente secas la lente y comienzas de nuevo. Es un proceso que requiere paciencia y aceptar que cada toma es irrepetible.
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