En Taiwán, una empresa financiera presenta una tarjeta de pago que replica con exactitud el aspecto de un disquete de 3,5 pulgadas. Este producto busca conectar con la nostalgia tecnológica de quienes usaron estos dispositivos para almacenar datos. La tarjeta funciona como cualquier otra de crédito o débito moderna, pero su diseño pretende destacar entre las opciones convencionales y generar conversación. Se dirige a un público que valora los referentes de la informática de las décadas de 1990 y 2000, integrando un símbolo del pasado en una herramienta de uso diario actual.


El diseño replica cada detalle del formato físico

La tarjeta no solo adopta la forma rectangular y el color negro característico, sino que también incluye la lengüeta metálica deslizante y la etiqueta gris que simula la superficie de escritura. Incluso reproduce el orificio central y la muesca de protección contra escritura, elementos que carecen de función en el contexto de pago pero que son cruciales para lograr el efecto nostálgico. El chip y la banda magnética se integran de manera que no rompan la ilusión óptica del disquete. El objetivo es crear un objeto que, a primera vista, parezca sacado de un ordenador antiguo.

La estrategia apela a la memoria generacional

Esta iniciativa se enmarca en una tendencia donde las marcas utilizan referentes culturales compartidos para conectar emocionalmente con los consumidores. El disquete es un icono reconocible para una generación que vivió la transición de lo analógico a lo digital, y su reinterpretación como tarjeta de pago genera una mezcla de sorpresa y familiaridad. Más allá de su utilidad práctica para pagar, el objeto funciona como un artículo de conversación y un recordatorio tangible de cómo ha evolucionado la tecnología para almacenar y transferir información, desde los megabytes físicos a las transacciones digitales instantáneas.

Algunos usuarios bromean diciendo que, para cargarla con fondos, habría que insertarla en una unidad de disco y esperar a que termine el sonido característico. Otros comentan que su capacidad de almacenamiento simbólica de 1,44 MB es suficiente para guardar el recibo de una compra pequeña, pero no para una factura grande.