Un estudio publicado en British Journal of Psychology analiza la trayectoria de personas que alcanzan un nivel de élite en su campo. La investigación, dirigida por David Hambrick, encuentra que la mayoría no mostró un talento prodigioso en la infancia. En cambio, su desarrollo fue más gradual y sostenido en el tiempo, desafiando la narrativa común del genio precoz.


El camino hacia la excelencia es diverso y prolongado

El equipo estudió a más de 7000 personas, incluyendo científicos ganadores del Nobel y músicos de primer nivel. Los datos revelan que solo una pequeña fracción de estos adultos excepcionales fueron considerados prodigios en su niñez. Para la gran mayoría, el proceso de adquirir maestría tomó al menos una década de práctica intensa y deliberada. Esto sugiere que la persistencia y la dedicación a largo plazo son factores más determinantes que un talento innato y temprano.

La práctica deliberada supera al don natural temprano

El estudio enfatiza el papel de lo que los psicólogos llaman práctica deliberada. Este tipo de entrenamiento, que es intencional, estructurado y busca constantemente superar los límites, parece ser la clave. La investigación indica que el potencial para lograr un rendimiento de élite puede distribuirse de manera más amplia de lo que se cree. No se limita a aquellos que destacan de forma espectacular desde una edad muy temprana, sino que está al alcance de quienes pueden mantener un compromiso profundo y prolongado con su disciplina.

Así que la próxima vez que tu hijo de cinco años no resuelva ecuaciones diferenciales, puedes respirar tranquilo. Quizás solo necesita otras dos décadas de práctica intensa para ganar su Nobel.