Los equipos de competición en categorías como MotoE o aquellos que modifican modelos Zero Motorcycles adoptan la fabricación aditiva con metales. Esta técnica permite crear chasis y basculantes con geometrías que antes eran inviables. El objetivo es optimizar el rendimiento general del vehículo y gestionar el calor que generan las baterías de alta potencia. Al construir las piezas capa por capa, se logran estructuras más ligeras y rígidas que las fabricadas con métodos tradicionales como el mecanizado o la soldadura de tubos.


Ventajas técnicas de la fabricación aditiva

La principal ventaja reside en la libertad geométrica. Los ingenieros pueden diseñar estructuras con cavidades internas para pasar cables o fluidos refrigerantes, y con formas orgánicas que distribuyen el material solo donde se necesita soportar carga. Esto reduce el peso sin comprometer la rigidez. Además, se integran puntos de fijación para baterías y motores de forma más directa, lo que simplifica el ensamblado y mejora la precisión del conjunto.

Materiales y proceso de fabricación

Se emplean aleaciones de aluminio o titanio en forma de polvo fino. Una fuente de energía, como un láser o un haz de electrones, funde selectivamente el polvo según el diseño digital. Tras imprimir la pieza, a menudo requiere un tratamiento térmico para aliviar tensiones internas y alcanzar las propiedades mecánicas deseadas. El proceso genera muy poco desperdicio de material comparado con el mecanizado, donde se remueve hasta un 90% de un bloque sólido.

Claro, porque cuando tu batería cuesta más que tu casa, quieres un chasis impreso en 3D que la proteja como si fuera la corona real. Nada de tubos soldados del taller de la esquina.