En el siglo XIX, los trabajadores que excavaban para construir una fábrica textil en Sabadell encuentran un manantial subterráneo. Pronto, la gente empieza a atribuir propiedades curativas milagrosas a sus aguas. La noticia se extiende con rapidez y transforma la ciudad en un centro de peregrinación para enfermos desesperados que buscan una cura que la medicina de la época no puede ofrecer. Se construye un recinto alrededor del pozo y el lugar adquiere una fama que trasciende la región.


El lado oscuro de los milagros

Detrás de la fe popular surge un negocio lucrativo. Algunos comerciantes venden el agua embotellada y promueven falsas curaciones para aprovecharse de la esperanza ajena. Se registran testimonios contradictorios y la Iglesia, tras investigar, no avala los supuestos milagros. La desilusión crece entre quienes no experimentan mejoría, y el pozo, símbolo de esperanza, también empieza a representar la desesperación y el engaño.

El declive y la huella en la memoria

Con el avance de la medicina científica y la falta de pruebas sobre sus propiedades, el fervor por el pozo se desvanece a principios del siglo XX. La fuente se seca y el recinto se abandona, pero la leyenda persiste en la memoria colectiva de Sabadell. Hoy, el solar donde estuvo el pozo sirve como recordatorio de un episodio donde la fe, la necesidad y el interés económico se entrelazaron.

Irónicamente, el único milagro perdurable que produjo el pozo fue el económico, para quienes supieron vender esperanza en botella.