El método FLIP, que significa Fluid-Implicit-Particle, es el algoritmo que la industria de efectos visuales emplea para simular líquidos a gran escala, como océanos o grandes masas de agua. Este sistema híbrido combina partículas para seguir el movimiento del fluido con una rejilla o grid para procesar la presión. Esta integración aprovecha las ventajas de ambas técnicas, lo que permite obtener simulaciones detalladas y eficientes que se pueden usar en producciones cinematográficas y de videojuegos. Su diseño prioriza la estabilidad y el control artístico sobre el comportamiento del fluido.


El sistema híbrido usa partículas y una rejilla

La técnica funciona en dos etapas principales. Primero, un conjunto de partículas sin masa, conocidas como partículas marcadoras, transportan los atributos del fluido, como la velocidad y el vórtice. Luego, el algoritmo proyecta estos datos a una malla euleriana fija. En esta rejilla se resuelven las ecuaciones de Navier-Stokes, calculando la presión y garantizando que el fluido sea incompresible. Finalmente, los resultados se interpolan de nuevo a las partículas, que se mueven con el flujo. Este ciclo se repite para cada fotograma de la simulación.

Su aplicación se centra en efectos visuales a gran escala

Su principal uso está en la creación de efectos para cine y televisión, donde se necesita simular agua de manera realista en grandes volúmenes. Los artistas técnicos y los TD de simulación configuran parámetros como la viscosidad, la tensión superficial y la interacción con objetos sólidos. Aunque requiere un poder de procesamiento considerable, los resultados son muy detallados. Por ello, es común verlo integrado en paquetes de software como Houdini, Maya o Blender, a través de complementos especializados.

Para quien prueba a simular un océano entero por primera vez, el render suele terminar justo cuando se acaba la paciencia y la memoria RAM.