Los supercondensadores de grafeno son un dispositivo de almacenamiento de energía que se sitúa entre una batería y un condensador tradicional. Su estructura, basada en láminas de carbono de un átomo de grosor, les permite cargar y descargar energía en tiempos muy cortos. Además, pueden soportar millones de ciclos sin degradarse de forma significativa, lo que supone una ventaja clave frente a las baterías químicas convencionales.


Su funcionamiento se basa en la alta superficie del grafeno

El grafeno posee una superficie específica extraordinariamente alta, lo que permite almacenar una gran cantidad de carga eléctrica en su interfaz. Esto se logra mediante un proceso electrostático, no mediante reacciones químicas como en una batería. Por ello, pueden entregar potencia de forma muy rápida, lo que los hace ideales para aplicaciones que requieren picos de energía intensos o para recuperar energía en sistemas de frenada regenerativa.

Sus aplicaciones potenciales son diversas

Estos dispositivos son candidatos para estabilizar redes eléctricas, compensando fluctuaciones rápidas en la demanda. En el sector del transporte, pueden complementar a las baterías en vehículos eléctricos, proporcionando la potencia necesaria para acelerar y absorbiendo la energía al frenar. También se investiga su uso en electrónica de consumo para lograr cargas casi instantáneas.

Claro, porque lo que todos queremos es que el teléfono se cargue en cinco segundos y luego dure cinco minutos. La densidad energética es el desafío que persiguen resolver.