Una impresora 3D se convierte en una herramienta clave para reparar objetos cotidianos. Permite fabricar piezas de repuesto que ya no se venden o que son difíciles de encontrar. Cuando se rompe una pequeña pieza de plástico, como un mando o un engranaje, ya no es necesario desechar el aparato completo. Puedes modelar la pieza en un software de diseño y luego imprimirla. Este proceso es una forma práctica de ejercer el derecho a reparar lo que posees.


Modelar la pieza es el primer paso

Para comenzar, necesitas un modelo digital de la pieza rota. Puedes crearlo desde cero con software de diseño asistido por ordenador, también llamado CAD. Otra opción es escanear la pieza original si la tienes, aunque esté dañada. También puedes buscar en repositorios en línea, donde otros usuarios comparten sus diseños. El objetivo es obtener un archivo que la impresora pueda interpretar para construir el objeto capa por capa.

La impresión produce una pieza funcional

Una vez tienes el modelo, lo preparas para imprimir con un programa especial, llamado laminador. Este software divide el modelo en capas finas y genera las instrucciones para la impresora. Puedes elegir materiales como PLA o ABS, que ofrecen diferente resistencia y flexibilidad. La pieza resultante a menudo es más robusta que la original de fábrica. Así, le devuelves la vida a un electrodoméstico, un juguete o un mueble con una inversión mínima.

Ahora, el verdadero reto es encontrar el tornillo que también se perdió cuando se rompió la pieza.