La computación cuántica se enfrenta a un gran reto: la decoherencia. Los qubits convencionales pierden su estado frágil por el ruido ambiental, lo que limita el tiempo para procesar. Los qubits topológicos proponen una solución radical. En lugar de codificar la información en una propiedad local de una partícula, como el espín de un electrón, la almacenan en propiedades globales de un sistema. Estas propiedades se llaman topológicas, y describen cómo se organiza la materia a gran escala, de forma similar a cómo un nudo mantiene su forma aunque muevas la cuerda. Esta estrategia teóricamente protege la información, ya que para alterarla se necesita un cambio global en el sistema, algo que el ruido local no puede causar fácilmente.


La física detrás de la protección topológica

La idea central usa estados cuánticos no abelianos, que son estados exóticos de la materia. En estos sistemas, las partículas no son fundamentales, sino cuasipartículas que emergen de las interacciones colectivas de muchos electrones. La información se guarda en cómo estas cuasipartículas, como los anyones, se entrelazan entre sí al moverse unas alrededor de otras. Intercambiar sus posiciones en el espacio, un proceso llamado braiding o trenzado, modifica el estado global del sistema de una manera predecible y estable. Como el estado depende solo de la trayectoria general y no de pequeños detalles, es inherentemente robusto contra perturbaciones locales que causan errores.

Los desafíos para materializar esta teoría

El principal obstáculo es encontrar y controlar un sistema físico real que albergue estos estados topológicos. Los candidatos más prometedores incluyen el efecto Hall cuántico fraccionario en ciertos semiconductores y estructuras híbridas de superconductores y materiales magnéticos. Los equipos de investigación trabajan para aislar y manipular las cuasipartículas anyónicas en estos entornos. Demostrar de forma inequívoca su existencia y poder ejecutar operaciones de trenzado con ellas es el paso crucial. Lograrlo significaría dar un salto hacia qubits que no necesiten corrección de errores tan compleja, simplificando enormemente la arquitectura de un ordenador cuántico práctico.

A veces, el mayor problema para construir algo increíblemente complejo no es hacerlo, sino evitar que el universo lo deshaga solo con existir a su alrededor.