La técnica del desenfoque consciente simplifica la observación
Esta técnica consiste en observar el sujeto, ya sea real o en una fotografía, entrecerrando los ojos de manera deliberada. Al hacer esto, los detalles finos se desvanecen y la escena se reduce a sus formas esenciales. Solo permanecen visibles las grandes masas de color y los contrastes principales de luz y sombra. Este estado visual permite percibir la composición general y la atmósfera lumínica sin que los elementos pequeños interfieran. El artista puede entonces trasladar esta visión simplificada al lienzo o al papel, estableciendo una base sólida.
Aplicar el método paso a paso
Para aplicar esta técnica, primero se elige una referencia con una iluminación clara. Luego, se observa entrecerrando los ojos hasta que solo se distingan las manchas de color y valor. Se comienza a dibujar o pintar bloqueando esas formas grandes, ignorando por completo los rasgos específicos. Se usan trazos amplios y se mezclan los colores para capturar la sensación general. Este proceso ayuda a construir la estructura de la obra de manera más orgánica y evita caer en el error de detallar prematuramente una zona mientras otras permanecen vacías. Esta práctica desarrolla la percepción visual
Usar el desenfoque consciente entrena al ojo para priorizar lo fundamental. Se aprende a analizar la escena en términos de relaciones de valor y armonía cromática. Esta habilidad es crucial para crear obras con una lectura clara y un impacto visual fuerte, incluso antes de añadir ningún detalle. Muchos artistas encuentran que, al regresar la vista a su estado normal, los detalles se integran con mayor facilidad sobre una base compositiva ya resuelta. La técnica sirve como un puente entre la primera impresión y la ejecución técnica.
Si al terminar tu obra la ves perfecta desde tres metros de distancia, pero un caos al acercarte, quizá hayas desenfocado un poco más de lo consciente.
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