Un equipo internacional de astrónomos acaba de anunciar un hallazgo monumental: la identificación de 53 cuásares previamente desconocidos, cada uno de ellos surcado por gigantescos chorros de partículas relativistas. Estos chorros, o jets, son tan colosales que en algunos casos alcanzan longitudes equivalentes a 50 veces el diámetro de nuestra Vía Láctea, extendiéndose unos asombrosos 5 millones de años luz a través del espacio intergaláctico. Su configuración y su intensa emisión en radiofrecuencias actúan como una potente herramienta de diagnóstico para estudiar las condiciones del universo primitivo.


Una ventana al universo primigenio

La importancia de este descubrimiento radica en que estos chorros funcionan como faros cósmicos que iluminan la distribución de materia en las épocas más tempranas del cosmos. Al estudiar su morfología y cómo interactúan con el tenue medio intergaláctico, los científicos pueden trazar un mapa de cómo se estructuró la materia en el universo joven. Esta información es crucial para comprender los procesos de formación y evolución de las galaxias y los cúmulos galácticos, ofreciendo pistas fundamentales sobre la arquitectura a gran escala de todo lo que conocemos.

La tecnología detrás del hallazgo

Este censo de monstruos cósmicos ha sido posible gracias a observaciones realizadas con el Giant Metrewave Radio Telescope (GMRT), un interferómetro ubicado en la India especializado en captar longitudes de onda de radio. Los astrónomos combinaron estos datos con observaciones en otras frecuencias, como las del telescopio espacial Wide-field Infrared Survey Explorer (WISE), para confirmar la naturaleza de los cuásares y medir con precisión las descomunales escalas de sus chorros. Cada jet es un testimonio de la increíble energía liberada por la acreción de materia en los agujeros negros supermasivos que alimentan estos cuásares.

Parece que incluso en el universo, hay entidades que toman el concepto de lanzar un rayo en un videojuego y lo llevan a una escala literalmente galáctica, haciendo que nuestros conflictos terrenales parezcan simples discusiones de vecindad.